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domingo, 27 de junio de 2010

Vintage II



Al girar la fotografía, vió una inscripción, esta vez si entendía lo que había escrito, "1928 nuestras hijas Paquita y Marusia en Piter".
Piter? quien demonios era! La curiosidad la superaba, y la paciencia no era su máxima, así que se levanto de imendiato para enseñarle la foto a su abuela y así acabar con tanto misterio, pero a medio paso del pomo de la puerta, se detuvo en seco, y se puso a pensar que tal vez, esa no sería la mejor solución, a la abuela a veces le molestaba que andase medoreando por doquier y rebuscando entre sus cosas, tal vez si, sería mejor conservar el secreto y contarlo en otra ocasión, y más aún después de haber esparcido un momento antes todo el bote de galletas reservado para las visitas por el suelo, no era plan de enfandar de nuevo a Marusia.


Regreso detrás del sillón, y continuó mirando las fotografías, aquello que más le agradaba eran los vestidos que llevaban, tan elegantes, esos gorros que cubrían sus cabezas, en algunas ocasiones parecían que llevasen un animal peludo sobre ellas, pero aunque no tenía ni la más remota idea de donde se encontraban si que entendían que eran necesarios para protegerse del frio que parecia hacer en esos lugares.
Al oir el contacto de las llaves sobre el pomo de la puerta principal que daba acceso a la vivienda, se levanto de un salto para ir a recibir a su abuelo que ya regresaba del trabajo. Su abuelo era maestro de una conocida escuela de la ciudad, era un señor muy repetado no sólo por los alumnos, ni por los otros maestros, sino también entre los mienbros de la sociedad de amigos del arte de donde era  presidente.
"-QUE HACE MI PRINCESA-", esa era la primera frase que salía de sus labios nada más llegar a casa, la cual llenaba de orgullo a la joven, a sabiendas de los celos que esos detalles despertaba en su pequeña prima.
Alja se acercó a su abuelo y la saludo con un beso en las mejillas y subida a su espalda se dirijieron al salón donde se encontraban la abuela y ya una anciana Paquita, donde los achaques de la edad se hacían palpables en su rostro.
Marusia, al ver a su marido, como cada vez que lo veía, en sus labios se dibujaba una amplia y amigable sonrisa que la hacían más bella de lo que era. Para la joven Alja, la cual aún no conocia nada del amor, ellos dos eran su viva imagen, respeto y admiración el uno por el otro.
El abuelo, se acerco a su mujer desprendiendose de su nieta, y dejándola junto al sillón, y le mostró una fotografía que le había entregado esa misma tarde Mdma N, en ella, se veían dos niñas pequeñas ataviadas con sendos mallots de color blanco o rosado. A Alja le gusto la niña rubia que se mordía las uñas, una fea costumbre, que ella misma tenía. 

-¿ Quiénes son?- preguntó
- No lograr reconocer a una de ellas? preguntó la tía con un poco de malicia.
 
Al observarla más detenidamente, se dió cuenta que la niña pensativa y deboradora del dedo indice era su abuela!!
Marusia le contó que de pequéña también iba a clases de ballet pero en su época las alumnas eran más respetuosas y más obedientes que ahora.
Al girar la fotografía, había de nuevo otra inscripción pero esta vez, no, no podía ser, esas letras de nuevo, pero como podía ser que su abuelo también se las hubiese encontrado justo el mismo día que ella.
Interrunpiendo la conversación de sus mayores, casí gritando y llena de impaciencia, no paraba de decir: - " Que son?, que son?" sus abuelos y la tía la miraban sorprendidos, su abuelo se tuvo que incorporar para calmar a su joven nieta, no llegaban a enteder que le despertaba tanta inquietud.
- Que son, el que? a que te refieres, Alja calmate y explicate como una persona que eres? ya no eres un bebé?
Bebé! como odiaba esa palabra, claro que no lo era, era una personita iteligente y curisosa, que si quería podía estar a la altura de sus mayores, o más bien eso creía ella.
- Las letras, esas letras tan raras, las he visto...
- las conoces, las habías visto, donde? preguntó extrañada la abuela. Tal vez las has visto en el colegio o en las clases de ballet.
Alja se extraño, y no entendía muy bien que tenía que ver el ballet con esas letras. Pero temiendo que la tomasen por ignorante, respondió que si, que las había visto en clase de ballet justo en la fotografia que presidía la sala, era una mentira, nunca se paraba a mirar detenidamente esa fotografia y le daba igual si había o no algo escrito.
Su abuelo con una sonrisa en la boca como siempre que se dirijia a sus nieta, le empezó a explicar los distintos tipos de alfabetos que existen en el mundo, y el que contenía la inscripción pertenecía al cirílico, el alfabeto usado por algunos pueblos eslavos del este de Europa, como en el caso de Rusia, Bulgaria, Serbía.
Alja se quedó pensativa, en su cabeza no paraba de resonar Rusia, Rusia, Rusia.

 Al verla así de cavilosa su abuelo le preguntó que le ocurría, entonces ella le pidió que le explicará más cosas sobre ese alfabeto y sobre Rusia, ya que de ese país solo le era conocido por las continuas alusiones de Mdma M cuando hacía referencia a la Ulanova.

 El abuelo se adentró hacia su despacho y sacó unos cuantos folios, cuando regresó de nuevo al salón, se sentó en la silla, y se pusó a escribir el alfabeto ruso, con su correspondiente grafía al latino. Una vez hubo acabado se lo dió a Alja y le enseño el sonido de sus letras, y como leerlas. Para ello, se sirvió de la inscripción que contenía la fotografía:  "Академия русского балета им. А.Я. Вагановой", el abuelo la ayudó a traducirla, ya que no era nada fácil hacer casar las letras del abcedario con las de la foto, al final la frase se traducía por: " academia de ballet ruso, Agripina Vaganova. Alja conocía de oidas esa escuela, bueno llamarla escuela era más bien un insulto, ya que era una de las academías de ballet más prestigiosas del mundo. Mdma M, le había explicado que su mentora, la gran Ulanova había estudiado allí, al igual que ella, y en este caso que su abuela!!! no podía ser? pero como era posible?


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